Tengo el amor descolgándose de la comisura de mi boca, altivo, ufano... indomable... queriendo escaparse.
Y yo que no lo dejo, que presiono mis labios por contenerlo para que no vaya a buscarte.
Para que no sepa que me durarás lo que dura un suspiro.
Para que no se reconozca luego hecho como de pedacitos de vidrios... picados... imposibilitados de unirse y ser un todo, como un gran espejo, por ejemplo, donde te mirés, donde yo me observe... y donde nos muestre una historia entretejida juntos... la de un año, dos, diez... o veinte...
Porque no existen historias de a dos si uno solo tira del carro... porque no hay camino, porque yo voy, porque tu vienes... porque cuando parece que nos encontraremos y seguiremos juntos, la vida, el día, los planetas o algún conjuro obran para que no sea así.
Y entonces prefiero guardarte lo que siento, que creás que, o te quiero poco, o te quiero nada, o te quiero y ya... pero que no sospechés siquiera que te amo.
Y entonces de un manotazo lo vuelvo a su lugar... lo empujo con un dedo por la misma comisura por donde pretende descolgarse... y lo recluyo tras las rejas de mi morada esperando que en un descuido mío, no se me escape.
Soy su guardiana, lo protejo, me protejo de esas lastimaduras que tardan en curar...
Y yo que no lo dejo, que presiono mis labios por contenerlo para que no vaya a buscarte.
Para que no sepa que me durarás lo que dura un suspiro.
Para que no se reconozca luego hecho como de pedacitos de vidrios... picados... imposibilitados de unirse y ser un todo, como un gran espejo, por ejemplo, donde te mirés, donde yo me observe... y donde nos muestre una historia entretejida juntos... la de un año, dos, diez... o veinte...
Porque no existen historias de a dos si uno solo tira del carro... porque no hay camino, porque yo voy, porque tu vienes... porque cuando parece que nos encontraremos y seguiremos juntos, la vida, el día, los planetas o algún conjuro obran para que no sea así.
Y entonces prefiero guardarte lo que siento, que creás que, o te quiero poco, o te quiero nada, o te quiero y ya... pero que no sospechés siquiera que te amo.
Y entonces de un manotazo lo vuelvo a su lugar... lo empujo con un dedo por la misma comisura por donde pretende descolgarse... y lo recluyo tras las rejas de mi morada esperando que en un descuido mío, no se me escape.
Soy su guardiana, lo protejo, me protejo de esas lastimaduras que tardan en curar...